jueves, 25 de agosto de 2011
La espera de Fama
Fama empuña su trompeta para que todos los humanos seamos convocados a la buena nueva. Con la otra mano sostiene el premio. ¿Qué es un premio? Un reconocimiento. Pero como todos los reconocimientos, está en función del que lo propone y de las intenciones. Me gusta la pose que mantiene Fama porque es la proclamación del instante: llama a que los hombres sean merecedores pero sostiene la corona de laurel a la espera del elegido. No actúa con prisa ni pronuncia palabra vacua. Porque no todos los elegidos por los hombres son precisamente dignos del galardón. De hecho, diríase que no lo son muchos de los que se nombran para el premio, mientras otros que sí deberían ser objeto de reconocimiento y emulación permanecen postergados. Pero Fama no es una mera portadora de parabienes. Es ante todo, la Voz Pública. Y en este sentido, el reconocmiento de que pueda hacer gala se refuerza. Sin el consenso, el conocimiento y la aceptación por parte de los ciudadanos nada de lo que hagan algunos próceres, gobernantes o acólitos tiene una legimitidad clara. Fama no entiende de falsedades ni de espectáculos. Se actúa en su nombre, pero ella se resiste. Convoca pero no se presta a la ceremonia de la confusión.
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Trompeteo también de poesía hoy, que acaso nos lleve a la fama.
ResponderEliminarSaludos blogueros
Me quedo con el término RE - CONOCIMIENTO. Beso.
ResponderEliminarMe quedo con el término RE - CONOCIMIENTO. Beso.
ResponderEliminarPobre el pueblo que no tenga por lo menos un merecedor del galardón...
ResponderEliminarsaludos para vos.
A mí también me gusta su pose, tan altiva y solemne... Guardando el tipo y la compostura, porque seguro que en muchas ocasiones, al leer la lista de premiados, se queda tan atónita como nos quedamos algunos humanos de a pie ...
ResponderEliminarJosé Antonio, prefiero el margen de libertad para expresarme que cualquier tentación de la suntuosa escultura. Un abrazo.
ResponderEliminarEs un término interesante, que hay que utilizar con prudencia y justicia, hermana Emejota.
ResponderEliminarOmar, depende, depende. Depende de quién los otorga, bajo qué criterios, estímulos y sentido. En Occidente ha habido un abuso de premios que mejor se abolieran, incluido Nobeles.
ResponderEliminarSiendo como es, Quelle, una Fama provinciana la verdad es que tiene una altivez no carente de sentido de la justicia. De momento, no corona a nadie. Es como si esperase a ratificar aquello de FINIS CORONAT OPUS antes de ceder el galardón. En la historia de España, por citar la que uno conoce algo más de cerca, se ha exagerado lo de los premios y los premiados. Más hacer y menos dar el cante es lo que se necesita. Además que lo de los premios se ha convertido en una industria y un comercio ad infinitum. Donde todas las administraciones han entrado al quite, porque sin el premio correspondiente no parecían ser nada...
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