Las sillas de jardín envejecen como envejecen las posaderas. Imperceptiblemente. Nadie mira las sillas, nadie mira ya las posaderas y difícilmente la estructura que cada cual porta sobre ellas. Y de pronto, un día, no las identificamos, ni las unas ni las otras. Ahí, en el retiro, las sillas de tijera nos hablan de una época y de una circunstancia que apenas nadie distingue hoy día. Ni por su estética, ni por su diseño funcional, ni por su engañosa inestabilidad, ni por su memoria secreta. Frágiles, acurrucadas unas junto a otras, las sillas presumen de haber soportado con éxito la calidez o la frialdad de nalgas inverosímiles. Si no fuera por su pátina descolorida y por sus arrugas diríase que forman un parvulario. Acaso, persiguiendo esa intención obsesiva se agrupan y cuchichean. O hacen corros invocando los cálidos cuerpos que una vez reposaron sobre ellas. Qué habrá sido de menganita, o si vivirá fulanito, son algunas de las nostálgicas preguntas que se hacen por lo bajines. Como si ellas fueran a ser eternas.
¡qué ingenioso!!
ResponderEliminarey amigo, también escribes muy bien,
un gran abrazo
Diré lo que diría cualquier buen restaurador: un poquito de atención y.... como nuevas, encima con caché histórico y sabiendo hablar. Lo más. ja,ja. Beso.
ResponderEliminarLa vejez llega a todo y unos la llevan mejor y otros peor, ley de vida...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Siempre atento, ves con el ojo de tu cámara lo que a casi todos nos pasa desapercibido.
ResponderEliminarIngenioso y bien escrito tambien
Un saludo
Omar, es que hay que ver los objetos con buenos ojos (y comprensivos)
ResponderEliminarNoooooo, EJ. Ni hablar de restaurarlas. Las sillas hablan tal cual están. Si se las restauraran ya no serían las mismas y perderían su memoria.
ResponderEliminarRosa, éstas de la foto llevan la vejez apaciblemente, al menos en verano. Te aseguro que el marco donde están es idílico; pero su vejez es eso, vejez. Demasiado altivas, no obstante, a pesar de su decrepitud.
ResponderEliminarAzul, pues me llamaron la atención porque de niño conocí sillas semejantes. Así que el corazón me dio un brinco.
ResponderEliminarSe ven nostálgicas, sí, pero también disfrutando de su merecida jubilación. Supongo que habrán tenido que sufrir jornadas agotadoras de agotadoras posaderas (porque hay posaderas y señoras posaderas…) y ahora toca descansar.
ResponderEliminarY tú, ¿arriesgaste las tuyas? ¿Conseguiste alguna confidencia? Claro, no nos la vas a contar… será confidencial.
Me inunda un sentimiento de pena al verlas ahí desvencijadas. Humanizadas pues, quedan.
ResponderEliminarMenos mal que parecen estar bien orientadas, por lo menos este sol que parece salir calienta sus cuerpos ya seniles.
un abrazo.
Quelle, sí, me senté en una y se dejó. Aunque yo la noté quebradiza, más bien adolescente, y no era cosa de caer. Me habló de los tiempos de medidados del siglo pasado, de fiestas modestas al aire libre, gaseosa y cerveza en porrón, de magras con tomate y tortillas, llegada de invitados en bicicletas y alguno en Lambretta, de miradas furtivas entre los jóvenes, de mensajes en clave entre parejas adúlteras, de acercamiento de la pareja de la Guardia Civil porque se aburrían o para hacer el pase...Cuando empezamos la silla y yo a intimar en la conversación llegó la lluvia...
ResponderEliminarTú lo has dicho, Mariola, bien humanizadas las veía yo también. No eran objetos. Eran sombras, espectros del pasado, y veía a personas sentadas en ellas. Que no se enteren que las llamas seniles, son muy coquetas...
ResponderEliminarRestaurar se puede interpretar como alargar su vida útil, ni deformar, ni ocultarl con chillonas capas de pintura, ni hablar, tan solo apretar o sustituir algún tornillo, lijar alguna madera, realzar su verdadera belleza. En fin, es que una es, bueno fue, que ya se cansó, "rescatadora de trastos viejos y encuentra en ellos lo que nadie se imagina.
ResponderEliminarEl comentario está cargado con mi propia deformación personal..... ¡ah si contara! Beso.
Qué bonito restaurar, siempre que se sepa hacer y no dé el cante. Pero hay restauraciones y restauraciones. A veces ves edificios que mejor haber mantenido algunas paredes y punto. En otros casos ha habido cuidado, imaginación y criterio restaurador más sensato. Pero es un tema con diversidad de opiniones entre los restauradores...(Recuerda lo del Teatro romano de Sagunto)
ResponderEliminar