jueves, 17 de enero de 2013

El óbolo ígneo




¿Tan incendiario será aquello que pide el letrero que se ayude? Hasta ahora sabía que la fe inflamaba lo que los clérigos denominan el alma. En nombre de esa llamarada espiritual sus partidarios han combatido históricamente a los que no comulgaban con su ardor. Se ha denunciado como herejías lo que no se amoldaba al pensamiento reduccionista de la mayoría que se imponía. Se ha llamado a cruzadas (algunas no tan lejanas) encubriendo el afán de conquista y de expansión territorial, cuando no de mantenimiento de privilegios. Se han santificado guerras motivadas por espurios intereses meramente económicos o de poder. Se ha expulsado a las tinieblas exteriores, en fin, al inicuo disidente que solo buscaba responder a la condición de librepensador de su propia naturaleza. Se sigue solicitando el óbolo como en los mejores tiempos de su hegemonía. Pero, ¿en qué quedamos? ¿No se mantenía la fe por sí misma? Se ve que, por si acaso la cosa no funciona, conviene tener a mano el extintor. ¿Siguen pensando en la misma mano para utilizarlo si les conviene? 


martes, 15 de enero de 2013

Contemplándose




¿Quién dijo que los pavos reales no entienden de arte? No solo entienden sino que lo admiran y se reconocen en él. Yo dirías más: lo superan. Al fin y al cabo, el arte es un reflejo y una sublimación. Basta con que un pavo real de verdad  -no el de los azulejos-  despliegue su cola para que se nos caiga la baba. Y a ellos los primeros. Exhibición de cortejo y estética van al unísono en esta ave que aún habita el paraíso. Mientras llega el momento álgido los pavos reales deambulan apacibles como si el parque fuera el edén y se miran al espejo en las figuraciones de la pajarera nueva.

  

jueves, 10 de enero de 2013

El cisne que se quedó




Harta de la vida acuática, muerta de curiosidad por el trasiego que habitaba en las moradas, fascinada por el mundo de los erectos de tierra, la ave anseriforme decidió cambiar de vida y unirse definitivamente a la terrestre. Ofreció sus servicios para lo que gustasen y aclaró que no tenía exigencias respecto a dónde instalarse.  Como quiera que nadie le hablaba con claridad  -un cisne debe estar donde debe estar, oía a los terrestres decir entre ellos-  decidió en un día gélido instalarse a la puerta de la vieja mansión. La temperatura descendió como nunca aquella noche hasta el reino de los pámpanos de hielo. El cisne suplicó que le dejaran entrar, clamó que deseaba ser útil, picoteó en la puerta solicitando ser atendido. Nadie abrió las puertas al hermoso animal. Sus súplicas fueron apagándose lentamente. Al amanecer no se escucharon sus graznidos. Apenas un reguero de plumas confundidas entre la nieve espesa dieron fe de su efímero paso.




domingo, 6 de enero de 2013

Diálogo



La piedra y el vegetal dialogan. ¿De qué hablan? Estás entera, le dice el árbol a la estatua. La procesión va por debajo, responde ésta. No te quejes, dice la madera, yo sí que estoy amputada para siempre. Pero aún tienes mucho cuerpo, le responde el granito serrano, y nos lo das en el tiempo de la floresta. Pero tú luces hasta en invierno, insiste la hija de la savia. La erosión no perdona y destruye mis colores, le devuelve la lira de roca. No es un pulso entre estatuas. Ni un regateo entre materias. Sí tal vez un latido entre dos existencias. El ilustre permanece aparentemente incólume en su tejido rojo. ¿Qué habrá por debajo? El árbol exhibe sin lamentos su amputación. ¿Qué no mostrará cuando llegue la floración? Nada es la apariencia. La piedra y el vegetal dialogan en su mutable imperturbabilidad. 



sábado, 5 de enero de 2013

La fachada inexistente




Es curioso. El concepto fachada va vinculado a la construcción del edificio. Cuando un edificio se levanta empieza a hablarse de su fachada. No es pensable una contrafachada, digamos, porque desde dentro no hay perspectiva única de toda ella. Dentro hay reparto de superficie. Niveles de plantas, viviendas, locales. Y sin embargo la contrafachada existe. Hay que esperar a que un edificio se haya demolido para observar en toda su plenitud que la otra cara de la fachada no eran los patios interiores o los pisos o las escaleras. Era una parte aparentemente inexistente que se revela en toda su plenitud. La deconstrucción da lugar así a una nueva perspectiva, nunca pensada anteriormente y que solo esa especie de ortodoncia permite visualizar. Lo oculto ha existido siempre, aunque no se haya visto. 



miércoles, 2 de enero de 2013

La llamada