Los objetos tienen su vida sentimental oculta. No suelen manifestar con frecuencia en público sus atracciones y delicadezas. Pero si se les observa paciente y discretamente cuando se quedan solos, se revelan verdaderos émulos de los humanos. Se esfuerzan por representar los gestos que estos exhiben en sus aproximaciones y cortejos. El alma de los objetos es una proyección de quienes los usan. Pero no en toda circunstancia y espacio. Representan ese ejército variado y extenso al servicio de los hombres. Pero cuando pululan en los fregaderos o en los cajones o por los vasares resplandece su otra cara y dan rienda suelta a sus locuras. Como en este caso, pillados in fraganti.
Me ha encantado.
ResponderEliminarLo que el ojo ajeno no puede ver.
ResponderEliminarQué bueno que antes de "arrumacarse" hayan cumplido su la función para la que fueron creadas por las manos del artista. ¿O salieron de una fábrica?
Lo mismo da, han alimentado y quedan las huellas. Beso.
Uff, acaba de volver la conexión, pero la batería se vaaaaaa
Que bueno. Que idea mas simpática...
ResponderEliminarPor cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita
Joachim, andabas inspirado...¿eh?
ResponderEliminarEsas tazas de labios anchos parecen ideales para el chocolate caliente, y de tanto mimo dulce, ¡mira como se han puesto!!
saludos para vos
Qué bonito… Estás hecho todo un paparazzi.
ResponderEliminarYo siempre he pensado que vamos impregnando con nuestra esencia los objetos que más utilizamos, o que han estado en contacto más directo con nosotros. No me había planteado eso de que intenten imitarnos, pero no me extrañaría nada. Estaré atenta a cualquier movimiento sospechoso.
Preciosos arrumacos taciles...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Me alegro, Sara. En lo simple está también la gracia (la humana, claro)
ResponderEliminarJa, Emejota, déjales con su encanto a ambos sentimentales. Donde el género no existe y el amor es un gesto.
ResponderEliminarBuena noche.
Pérfida, es que les guiaba la empatía de la que hacen gala y yo les pillé.
ResponderEliminarPasa cuando gustes.
Omar, haces una interpretación fieramente humana. Suficiente. Es que tomarse un café es observar y juguetear con las tazas. Humanizarlas hasta el límite de la imaginación. Ellas se dejan.
ResponderEliminarQuelle, uf, ni me compares con esa estirpe sin escrúpulos que s evenden al mejor postor, ja. Claro que impregnamos los objetos de uso. Tanto que un impacto, una caída, una rotura...nos pega un latigazo corporal (broncas del medio aparte)
ResponderEliminarRosa, y tanto, con ese azul tan añil y marino parecen algo más. Gracias.
ResponderEliminarjajaja, nunca se me habría ocurrido.
ResponderEliminarSiempre imaginativo y original!
Felicidades. Buenas fotos
¡Muy lindas!. Y ya no digamos el comentario a pie de foto(s).
ResponderEliminarArrumacos que dejan huella, sí señor.
Gracias, Azul. Pero todo es cuestión de observarlas, sí.
ResponderEliminarVaya, Joana, celebro te hayan divertido. Un saludo cordial.
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