A veces las sombras escriben en las paredes. También cambian las señalizaciones. También alteran el trazado de las calles. He llegado a ver sombras extendiendo un manto negro sobre fachadas de edificios que, al día siguiente, tenían otro rostro. Cuando les viene en gana las sombras modifican el curso de los canales y de los ríos. Una mano puede convocar muchas manos. No pensar que se atropellan unas a otras. Saben lo que tienen que hacer, ignoro de dónde sacan una extraña orientación y un sentido didáctico. Hay sombras de manos urbanas, también sombras de manos campestres. Muchos páramos han visto en un plisplas convertidas sus elevaciones en hondonadas. Muchos valles modestos han sido elevados a la nueva condición de macizos de montaña. Las sombras de las manos son largas y antiguas. Los humanos no suelen mirar a su entorno al despertarse. Si lo hicieran se sorprenderían de la multitud de elementos físicos que están en otra posición y con otra disposición. A mí me gustan sobre todo las sombras de manos que escriben textos mientras dormimos. A veces, estos resultan efímeros y creemos que han sido sueños. Otras veces se quedan en nuestra piel. Pero tampoco miramos nuestra piel. Donde hay tanto que queda escrito...
Gran foto, gran texto. También las sombras en la mente, cuando la memoria, esa sombra ilusoria, nos dibuja el envés de nuestros más hermosos sueños que están, casi siempre, en la remota infancia, claro.
ResponderEliminarSaludos blogueros
Hermoso texto e imagen.
ResponderEliminarSaludos desde el aire
A veces, mientras dormimos, nuestros sueños tambien dibujan sombras aterradoras que el despertar diluye...... solo a veces
ResponderEliminarAdmirable foto y texto
Saludos
Qué razón la tuya, José Antonio. Infancia-sueños-ilusión-memoria...¿Te das cuenta que has mencionado el eje axial por excelencia de la vida humana?
ResponderEliminarBuena noche.
Rosa, pequeños frutos de la mirada y el impulso de la sugerencia de los objetos.
ResponderEliminarSaludos siempre.
Azulceleste, y claro. Cuántos mapas, cuántas rutas, cuántos desplazamientos sin ley de gravedad (y con ella) no efectuaremos en los sueños. A veces ni el despertar diluye las sombras, sino que éstas se guarecen en algún lugar íntimo de nuestra mente.
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