miércoles, 28 de marzo de 2012

Cuando lo elemental es turbio





No todo lo humilde es siempre hermoso. A veces puede tener connotaciones desgarradoras. Por más que intento ver belleza en ese nudo de alambre no puedo. Hasta su forma retorcida habla y espanta. Sus extremos agudos y afilados disuaden. Jamás podréis encontrar hermosura alguna en aquello que exprese rechazo y sea utilizado para rechazar. Su aparente pasividad no es menos ofensiva. Que no estéis nunca al otro lado. Que no sea vuestro paisaje. Que no abran pasillos de esa clase a un lado y otro de vuestros pies. Que no sea nunca vuestra mudez ni vuestra paralización. Objeto sombrío como él solo, ¡cuántos hombres habrán sido vigilados por su estúpido trenzado! ¡Cuánta infelicidad habrá proporcionado a los habitantes de la Tierra! El día que no exista, ¿será una señal de que habremos alcanzado el mundo feliz?


jueves, 22 de marzo de 2012

Los pájaros




Hay ocasiones en que los pájaros se meten en los portales. Cierta gente los considera mensajeros. Como la carpa de la mitología china, que traslada las cartas de los amantes de un confín a otro a lo largo del Huang He, nuestras aves familiares se ofrecen para que se les confíe los secretos de los enamorados. Revolotean por los zaguanes, simulando recorrer la naturaleza vegetal. Pero en realidad observan y esperan. Los jóvenes amantes se entregan fugazmente en los portales a la caída de la tarde, cuando el vecindario permanece recogido. Cuando se separan, también los pájaros se desprenden de las ramas dispuestos a tomar en su pico el papelito de letras ardorosas que prolongue las promesas más dulces. Pero su hora ya no es ésta. Los enamorados activan enseguida sus i-phone y sus correos electrónicos y dan el plantón a toda la fauna del cielo. Malos tiempos para los Hermes del amor. La técnica ha vuelto los corazones interactivos.














sábado, 17 de marzo de 2012

Pase usted







Lo primero que hago cuando entro en el portal de una casa antigua es mirar en derredor. Acto seguido pregunto. No hay nadie, pero pregunto. ¿Entonces? Pregunto a las puertas. A veces también miro con aire inquisitivo al techo, a las paredes, al suelo. Pero sobre todo pregunto a las puertas. No tanto a la principal, la que da entrada desde la calle, sino a esas puertas de dos hojas que delimitan el zaguán del comienzo de una escalera. ¿Por qué a ellas? Puede que porque me parecen más frágiles, o más coquetas, o simplemente más bregadas en el arte de proporcionar el acceso a los habitantes del edificio y a los visitantes ocasionales. Son pueertas acogedoras. No es suficiente esta razón, así que lo suelto todo ya. Creo que esas puertas, semidesvencijadas y translúcidas, saben mucho. Saben del paso corriente de los moradores, del trasiego de recaderos, de encuentros amorosos rápidos, de chicos que se cuentan el último secreto, de mujeres que llegan resollando por el peso de las bolsas de la compra, de carteros que convocan a los vecinos que tienen correspondencia, de parejas que tontean y concluyen citas que no llegan nunca, de despedidas amargas o de recibimientos eufóricos, o tan solo de refugiados de la lluvia en un otoño inclemente. Esas puertas receptivas que cuando me he situado ante ellas para fotografiarlas han movido sus hojas, como posando vanidosamente para salir con su mejor perfil.





martes, 13 de marzo de 2012

La función






Admiro su condescendencia imperturbable. Una artista debe estar más allá de cualquier contingencia. Entonces, dejarse fotografiar es como actuar. Prepararse en la calle es parte de la obra. ¿Prolegómenos? Ella no entiende de tal acertijo. Y el maquillaje es fundamental para la percepción gestual de lo que va a venir después. ¿Y el público? El público es exigente y se considera juez. Pero quien juzga es siempre la artista. Si el público supiera las secuencias por las que un actor pasa antes de ofrecer la obra definitiva. En el teatro hay una obra dentro de una obra dentro de una obra. Por eso el actor pasa del rigor y la inclemencia de los espectadores. Además el público no es un ente monogámico. Cada espectador establece su vínculo con los artistas. Ella ya está metida en la función. El fotógrafo desaprensivo también estaba en su rol.




domingo, 11 de marzo de 2012

Esencias (bis)






sábado, 10 de marzo de 2012

Esencias



miércoles, 7 de marzo de 2012

De refilón







Esa sensación ascendente hacia la luz. Cuán simbólica. Pero lo que parece escalera hacia el cielo se revela un simple barandal. No ha podido evitar mirarse de refilón desde su condición de sombra. Vanidad o simple afectación, no logra apartar su mirada de los espejos colgantes. La luz es bondad y concede algo de arrebol a los humildes balaustres del coro. ¿Que sería de toda la tramoya del Barroco sin los eternos efectos de la naturaleza? La luz, la obscuridad, el silencio. Los verdaderos y más auténticos elementos de culto de los humanos.





lunes, 5 de marzo de 2012

Narciso en el templo








Fue una sorpresa encontrar aquellos grandes espejos enmarcados colocados como lienzos en los muros del templo. Me daba la impresión de que la coquetería arquitectónica no tenía límites. De que el culto y otros fines quedaban desplazados por el narcisismo interior de la nave. Y que acaso, a su vez, esa mirada ególatra de las bóvedas sobre su reflejo era fiel ejemplo y consecuencia del narcisismo humano. ¿Por qué atraerán tanto los espejos a los miembros de la grey? Está claro que los espíritus no saben mirarse al interior de sí mismos sin un espejo intermediario con forma mental, en sus variantes ideológicas u oníricas. Tanta embriaguez siempre conduce al ahogamiento. Pero la arquitectura de la nave del templo, con sus noches y sus días suspendidos de los espejos, se burlan de la necedad de los hombres.



sábado, 3 de marzo de 2012

Condenado





Debe ser desasosegante sentarse en ese banco. Acaso por la razón que se expande ostentosamente a su espalda permanece siempre sin ser ocupado. Condenado a no cumplir la función para la que fue construído. Sé banco para esto, parece estar a punto de decir. He observado también que los transeúntes bajan la cabeza al pasar por ese punto. ¿Hay algo más inquietante que sentirse observado? El ojo es casi perfecto, si bien descomunal y harto polifémico. Yo no le encuentro desprovisto de bondad, pero es que soy muy dado a mirar con comprensión. Aunque el otro, quien sea, esté dispuesto a saltar sobre mi con sus garras ocultas. En este caso le planto cara al ojazo y según paso con lentitud mantengo su mirada, que me sigue. No sé si ha sido percepción mía, pero me ha parecido que en un momento dado el ojo se ha turbado, ha movido sus párpados y ha mirado para otra parte. Y es que no hay como mirar de frente para comprobar la fragilidad del prójimo.




(Nota añadida. Prometo volver a traer aquí el banco si me encuentro a gente sentada en él)