sábado, 30 de marzo de 2013

Gratitud




Que en su descomposición las muñecas no pierdan la sonrisa parece un gesto de bondad. Tras su caída tratan de preservar los recuerdos gratos. Es como si dijeran: ¿te acuerdas cuando me mecías? ¿Y cuando me ponías los vestidos? ¿Y cuando me peinabas? ¿Y cuando me llevabas de la mano y me hacías pasear, pasito a pasito? El niño o la niña que hay siempre al otro lado de una muñeca seguramente ya está siendo pasto de su propio desdén. El destino de los juguetes rotos es trágico. ¿Trágico? ¿Para quién? Siempre hay niños que los acogen, los miman, los protegen del abandono. La mirada inerte de una muñeca es un signo de complicidad con una memoria que se resiste a desaparecer. ¿No veis cuán extensa es su sombra?  


lunes, 25 de marzo de 2013

Aquí yace




Los muertos llaman de forma mendicante a los muertos. El mundo de los muertos es el último mundo reconocido por los vivos. Muchos de estos piensan de aquellos: bien muertos están. Todo lo que se invoca de los muertos es simbólico. Perdida la memoria las lápidas, los sepulcros y las estatuas yacentes erigidas para su soberbia conmemoración son cualquier cosa menos un ejercicio vivo de recuerdo. La mayor parte de esas representaciones físicas han sido maltratadas por la incuria del paso del tiempo. Muchas de ellas humilladas por los hombres, bien fueran guerreros invasores o comerciantes de antigüedades avispados, autoridades desinteresadas por la historia o sociedades modernas que dieron la espalda a una alcurnia con la que no se identificaban ya. Los muertos extienden la mano al olvido.


lunes, 18 de marzo de 2013

Qué solas se quedan




Qué solas se quedan las estatuas. ¿Contemplan algo de este mundo o permanecen absortas en el otro al que pertenecieron? Si preguntas directamente, no responden. Si te interesas a través de la vía de la imaginación, te cuentan su vida. Las estatuas son lo que tú quieras que sean. No importa sus atributos, significados o revestimientos. Hablan cuanto tú deseas que digan. Nunca entenderé la frialdad de los paseantes ante las estatuas. Es tan fácil atravesar su hieratismo. Se sienten tan desalojadas del entorno que admiten el calor de quien se interese por ellas. ¿Habéis probado alguna vez a acariciar con ternura una estatua? Ya. A veces hay que sortear a los vigilantes del museo. Pero ellas valoran ese gesto de aproximación por el que tú te arriesgas más. Al fin y al cabo, los cuidadores de una sala son efímeros, cambiantes, meros ejecutores de órdenes. Las estatuas viven y nos llaman. Yo he percibido su sonrisa de agradecimiento. Cómplices ambos.




    

jueves, 14 de marzo de 2013

Disposición




Es uno de los animales más simbólicos en nuestra cultura. Simbolismo que a su vez lo heredó de otras anteriores, adaptándolo después a los significados interesados. El hombre utiliza desde la remota antigüedad a los animales para proyectar sus propios códigos morales. Y de este modo, por ejemplo, reconoce y exalta en el águila su capacidad de visión, el vuelo preciso y calculado, la enérgica resolución al caer sobre las presas, el triunfo de la captura. El ser animal de las alturas le aproxima al cielo más que a la tierra, lo cual hace que en la perspectiva humana, que en ocasiones resulta más geométrica de lo que solemos pensar, se le conceda un valor sacro y elevado, salvador, frente a los animales de la superficie o de la profundidad de la tierra. En ese esquema maniqueo de lo bueno arriba y lo malo abajo la representación encarnada por el ave rapaz es muy visual, pero equívoca. Mas así son los humanos y, en concreto, las mentalidades que las castas dominadoras de la cultura occidental han impuesto sobre la grey. Nuestra cultura es muy sincrética y la hondura de los significados del águila vienen de muy atrás. Pero es una cultura muy reduccionista para objetivos que reducen todavía más las líneas del pensamiento simbólico. Cierto que en la iconografía este ave rapaz suele ir acompañado de otro animal, la serpiente. Lucha permanente con él, nuestra cultura otorga al águila un valor superior guiado por el bien y a la serpiente le relega al rol de portadora de la maldad. Una manera de ignorar la característica arcana representada en la serpiente: la sabiduría, la prospección del conocimiento, aquello que precisamente hará libres y mejores a los hombres. Pero hoy me he encontrado sólo a la rapaz, tal vez dispuesta a emprender el vuelo porque haya visto desde sus alturas al opuesto, del que va a comer.

 

sábado, 9 de marzo de 2013

Aproximaciones





No sé por qué siempre he imaginado la aproximación al mundo salvaje como la extensión de una mano. Supongo que porque la mano extendida simboliza la salida de uno mismo. El ofrecerse sin renunciar. La prospección de lo desconocido sin el riesgo de unos pasos mal medidos. El tanteo de lo no comprobado. La característica de lo que nos distingue de otras especies. Con la mano se brinda acercamiento. Es como si quien se da dijera: tomadme, olfatead, lamed, catad. Sabed de mí. Soy inocuo. Acercaos para que os vea y sepa de vuestro mundo. Entonces los caballos bebieron de mi palma. Los leones elevaron su pata. Las aguas se amansaron cuando estaba al borde. Fui aceptado sin reservas. Pero ellos no sabían de lo que serían capaces mis manos, más allá de unos gestos.


A Franz Marc, agradecido por hacerme creer que yo era uno de ellos.