¿Hay algo que transmita más soledad que los bancos de los parques en invierno? Y ni que decir tiene si es un charco el que les condena a mirarse a sí mismos. Es en esta época cuando nos damos cuenta de que no son mobiliario urbano únicamente. Que si bien no son carne de nuestra carne saben mucho de ella. No sé si la carencia humana les hará entrar en cierto desánimo, pero mi ojo no puede evitar mirarlos como si estuvieran afectados. Un amigo mío, exagerando, dice que deberían cerrar los parques en invierno y taparlos a lo Christo Vladimirov Javacheff, el artista de instalaciones gigantescas. No le doy la razón. Yo no podría vivir sin el parque de las cuatro estaciones. ¿No será que los humanos tenemos que volver a saber mirar?
Hola Joachjim!
ResponderEliminarLos humanos debemos a reaprender a mirar las cosas más allá de lo que son, pero no es tu caso, tu sí sabes mirar.
Esta foto es una delicia.
Un abrazo.
Tampoco estaría de más aprender a escuchar, también, todas esas voces que solemos confundir con el silencio. Abrazos.
ResponderEliminarMe gusta mucho la foto y la idea.
ResponderEliminarMontse. Es un reaprender, cuando no aprender desde cero, a mirarlas. Mirarlas no es contemplarlas solamente, sino preguntarnos acerca de ellas. Ser un poco ellas mismas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Salomé, también, también. Escuchar voces, susrros y silencios. Los gritos no me van, ni ls palabras altisonantes, ni las que son demagógicas, ni las falsas. El silencio...ese otro lenguaje, prudente unas veces, temeroso otras. Abrazo.
ResponderEliminarEn la sencillez, Sonja, hay mucho contenido. Obsérvalo, seguro que ya lo has hecho. Está lleno de alma.
ResponderEliminarApuesto totalmente por los "parques en las 4 estaciones".
ResponderEliminar¿No vivimos, amamos, lloramos, deseamos, comemos,... durante las 4 estaciones? pues el parque, tal como tu dices, vive y nos da vida en las diferentes epocas del año.
Me encanta tu reflexión.
Un abrazo
Mercè, gracias por tu presencia bondadosa. Es que siempre me ha parecido una bobada tener que definir una belleza respecto a otra belleza. Todo tiene su hermosura en cualquier tiempo y espacio. El tránsito de las estaciones por los parques no escapa a ello. Puede que el clima no invite a sentarse ahora, pero a mí no me impide nadie que muchos días tome el camino indirecto de este parque para llegar a otro lado. A veces me quedo en él y abandono el recado. Mi visión, el goce del lugar y la constatación de los cambios influyen en mi cuerpo más que el yoga. Siempre salgo del parque con otro ánimo, ¿me crees? Pues así es.
ResponderEliminarUn abrazo y sigue tan creativa en las miradas fotográficas de tu blog.
sabemos mirar, pero no observar, que la diferencia es el allanamiento de lo esencial de las cosas ¡ah!
ResponderEliminarcuánto de vertiginoso tiene el mundo de los que tienen como vital sus pies y sus manos,
cuánto extraño aquel tipo que tenía dentro al que lo vital eran sus ojos y su corazón
saludos para vos
Pues no sé, Omar. Vista la cantidad de elementos y factores que se colocan entre nosotros y el objeto, ya no sé si ni siquiera sabemos mirar. Hay gente que solo sabe mirar la televisión, ergo toda la visión del mundo que desde allí se ofrece. ¿Observar? Más difícil todavía. Lo vertiginoso precipita nuestras incapacidades. Hay que parar más y observar. Lo que hay fuera y lo que hay dentro de cada uno. Sin la observación mal se piensa, mal se siente.
ResponderEliminarSaludos para vos también.
Tantas veces tenemos que saber mirar de nuevo!
ResponderEliminarCiertamente coincido con tu opinión.
Yo tampoco podría vivir sin el parque de las cuatro estaciones. Qué bonito!
un abrazo.
Mariola, es una gozada para mí comprobar que hay más gente que rezuma sensibilidad. Tenemos que hallar la manera de dulcificar la ciudad. Para los que vivimos en ciudades de tradición histórica, se trata de buscar aquellas zonas que nos aíslen del tráfago y del incordio. Se convierte en una necesidad y un beneficio. Bueno, esto sirve para cualquier tipo de ciudad. El caso es romper el esquema calles con coches/ supermercado/ trabajo/ dormitorio.
ResponderEliminarBien, Mariola.
Muy bonita
ResponderEliminarTan sencilla, ¿verdad? Gracias por pasar, Silvia.
ResponderEliminar¿Te parece que muestra más soledad una fotografía de u paisaje 'equis' sin nadie o una en la que sólo aparezca un personaje, de lejos?
ResponderEliminarUn saludo, gran blog el tuyo.
Devaneos, me alegra verte por aquí.
ResponderEliminarSoledad de soledades, todo soledad (permíteme que emule la frase del Eclesiastés)
Allí donde está la soledad, habita el hombre (Joachim&MalikVerlag)
¿Recuerdas una célebre fotografía de un norteamericano, del que no recuerdo ahora el nombre, en que un grupo numeroso de hombres y mujeres esperan en un paso de peatones con semáforo para pasar la calle? Tanta gente ¡y tanta soledad! Es paradigmática. A ver si encuentro el nombre del autor.
Creo que ya te he respondido. Pero aún te diré más. ¿Por qué cuándo nos azuza la soledad personal nos gusta subir a un promontorio y contemplar el paisaje que llamamos desolado?
Vuelve cuando gustes. Un abrazo.
Devaneos. No sabía si reservarme: allí donde habita el hombre, habita la soledad. Me he decidido por no hacerlo.
ResponderEliminarSobre el tema:
http://laantorchadekraus.blogspot.com.es/2012/03/desde-el-agujero.html