viernes, 30 de diciembre de 2011

La muerte del cielo


A veces me pregunto: ¿y si la caída de los colores arrastra consigo la muerte del cielo? Y sin embargo eso pasó cuando la luz y el agua condensada en las alturas se conjuraron. Los colores deberían abrir el firmamento, pero a veces oscurecen la ciudad. Y la pintan de nuevo. Algo no les gusta en nuestras maltrechas y atribuladas estéticas urbanas. La paleta de la naturaleza se subleva para nuestra resignación.

6 comentarios:

  1. Solo se me ocurre un pensamiento: Contaminación lumínica. Tómese por donde a cada quien le parezca. Bs.

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  2. O será que a veces la naturaleza se apiada de nuestra maltrecha estética urbana (si Mahoma no va a la montaña…), y con unas pinceladas por aquí o por allá pone el colorido necesario para no desentonar demasiado con el entorno y regalarnos imágenes tan preciosas como la que nos traes hoy.
    Claro, que gran parte del mérito es del fotógrafo, que ha sabido estar en el momento justo y en el lugar adecuado.

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  3. MJ. Pero el arcoiris no contamina, ¿no? Y este era de verdad.

    Buena noche.

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  4. Quelle, esa naturaleza como ángel protector, no sé, acaso. Tiene una larga mano plástica de ida y vuelta. El fotógrafo fue solo testigo mudo (mudo no, ¡admirado de la caída de la tarde tras la tormenta!)

    Buen ensueño.

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  5. Es como si el arco iris, que siempre es el mismo, pusiera en evidencia la fealdad de nuestras construcciones.

    Es curioso si miramos el arco iris como pacto entre lo divino y lo humano, como puente transitable, y luego miramos la señal esa de ceda el paso.

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  6. Sonja. Es que no me cabe duda de lo que dices. Claro que pone en evidencia nuestras urbes agobiantes. Puente entre lo celeste y lo humano, el arcoiris es como un mensajero de esas capas que nos separan del espacio inmenso.

    Sí, la señal se acopla al discurso que la imagen pronuncia. Lo has captado bien.

    Salud y vida interior para el nuevo año.

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