viernes, 9 de diciembre de 2011
Diálogo recíproco
Podría ser un diálogo de la sombra con el niño. Porque no me cabe duda de que el niño se interroga sobre el reflejo. Y acaso sea a su vez ese niño la sombra de la sombra. Para un adulto la infancia es un espacio umbroso, cuando no en penumbra. No siempre. Hay veces que el recuerdo estalla luminoso, desafiando el balance de una vida. Memoria que se manifiesta a destellos. Donde la percepción de sensaciones son percibidas por el cuerpo más que el argumento mismo de lo vivido. Donde los sentimientos se manifiestan a ramalazos cuestionando por unos breves instantes el sentido de las cosas. El niño de camiseta amarilla se ha quedado abstraído. Está ante otro personaje. ¿Qué manifestación espera de esa sombra?
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Diálogos con la sombra, diálogos en la sombra. Me gusta. Ay ese niño. Bs.
ResponderEliminarquizás el niño está proyectando su propia adultez, grande, efímera, oscura y cuasi mosntruosa
ResponderEliminarquizás ese niño, pueda ante ello, elegir un mejor destino ¡más lo hubiere querido yo a mi niñez!
saludos, cazador de sorprendentes maravillas
Emejota. La atención del niño en esa sombra, que se advierte más en la postura del cuerpo que en una mirada que el espectador no percibe, era soberana. Me hizo pensar. Los contrastes siempre son los que más nos aproximan.
ResponderEliminarAl niño, Omar, le espera como nos pasó a todos el ser perseguido por su propia sombra y por otras sombras, aún ignotas. Es un destino del que no nos libramos jamás.
ResponderEliminarPor la postura del niño yo diría que está esperando, con un poco de impaciencia (porque la paciencia no suele ser una de las virtudes de los niños), a que el adulto haga algo que llame su atención, que consiga sorprenderle aunque sea una mínima parte de lo que él sería capaz de sorprender al adulto.
ResponderEliminarLa mayoría de las veces debemos resultarles tan aburridos, tan absurdos, tan previsibles... Tengo ese recuerdo de cuando estaba al otro lado.
¿Qué esperamos todos?
ResponderEliminarUn abrazo desde el umbral de la noche.
Quelle. No sé, no sé. Yo de niño me sorprendía de continuo con los adultos, cuando los adultos se interesaban por mí, claro. Y ahora que camino hacia edades provectas me sorprendo tanto de los niños... Puede que de niños no entendiéramos demasiado las cuitas y conflitctos de los mayores, pero a mí se me quedaron grabados muchos. Y los sigo dando vueltas, buscando claves o imaginándolas.
ResponderEliminarMarina. No sé, pero esperamos todavía sorpresas, siempre anhelamos lo inesperado, no tanto satisfacer la curiosidad sino el objeto que nos la provoque y mantenga...La curiosidad es ese hálito que no nos hace perecer antes de tiempo. Pienso.
ResponderEliminarUn abrazo desde el mediodía tibio y tristón de un tiempo pluvioso.
Muy original!! espectacular!!
ResponderEliminarMuy amable, Dolors. Bienvenida y paséate cuando gustes.
ResponderEliminarSalut.
que fotos más extraordinarias tiene el blog, son increiblemente buenas
ResponderEliminarsaludos, Santi
Eres muy amable, Arteurbano, y me alegro que te pases, ya he visto también las tuyas y las comparto con gozo.
ResponderEliminarSalud y un abrazo.
Espera la sorpresa, que todavía esperamos todos nosotros.
ResponderEliminarMe ha gustado la fotografía.
un abrazo.
La sorpresa a veces consiste en la reacción, sencillamente. Gracias por estimular esta expresión de mis miradas.
ResponderEliminarUn abrazo.