viernes, 25 de noviembre de 2011

Lo inaprensible




Siempre me fascinaron de un moribundo sus manos. Es lo más digno de la lasitud de la agonía. Puede estar alterado el resto del cuerpo; ajado el rostro, enflaquecidas hasta un extremo agudo las carnes, desfiguradas las facciones, encogidos los miembros, empequeñecida toda su contextura, resecos e invisibles los cabellos. También los dedos pueden mostrarse huesudos y abandonados. Si tomas entre tus dedos cálidos la mano fría y relajada de un agónico te parece estar tocando un objeto inerte. Pero no la sueltes, permanece unos instantes. Déjate conducir y percibirás el último ápice de fuerza. Sentirás la levedad de una sujeción. En esa mano hay algo que reclama tu calor. No podrás trasladárselo al hombre en su estertor para que resucite. Nadie lo hará. Acaso le estés aportando una conciencia última de vida que le angustie más. O tal vez él conjure mejor con tu ayuda ese instante de perplejidad definitivo de la existencia. No. Las estatuas no suplirán jamás la belleza y el pudor de un fin digno. No serán réplicas auténticas del agotamiento del amor y la muerte. Convenzámonos. Lo único sagrado es el ser de carne y hueso. Mientras tiene aliento. Mientras es. Antes de que se convierta en memoria u olvido.




8 comentarios:

  1. oh, me has hecho tocar de nuevo, la inerte mano de un ser querido, que aún estando como una pájara moribunda en el nido de mis dos manos, voló, voló y con un hilo de frío huraño ató lo que era su vida a la memoria
    saludos

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  2. Las manos de un moribundo se diferencian de las de un vivo en que al primero se le ha escurrido la vida entre los dedos. Saludos.

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  3. Por ahí van los tiros, + o - .
    Me has recordado a mi padre al que acompañé en todo su agónico proceso, incluido el final, hace 33 años. Fue tan esclarecedor.
    Te recuerdo que también hay manos supuestamente vivas que están yertas. Bs.

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  4. Omar, hermosísima descripción la que haces. Qué gran dignidad mantener al menos esa memoria (y todas las claves inherentes a ella, ¿verdad?)

    Emocionante.

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  5. Cierto, José Luis. Pero si la vida de ese hombre que agoniza ha tenido sentido y cierta sensación de plenitud (solo cierta, ya es mucho) los dedos son fieles testigos de lo vivido. Lo triste es que a mucha gente se le va la vida durante toda su vida. Necedad pura y dura la de bastantes acompañantes cotidianos, sospecho.

    Un abrazo.

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  6. Emejota. Esa experiencia de tu padre es también la mía. Físicamente sus manos venían siendo muy frías, alargadas y huesudas desde hacía cierto tiempo. Pero la habilidad que poseyeron hasta el final y la capacidad de autodominio que había en ellas no cesó hasta el apagón definitivo.

    Lo que decía a José Luis. En efecto hay manos, cuerpos y vidas yertas aunque respiren, aparenten y simulen. Qué cosas.

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  7. Estou seguindo seu blog, espero que siga e participe tambem do meu.
    wwwsabereducar.blogspot.com

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  8. Gracias, Danilo por desembarcar en esta casa. Voy a visitarte.

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