¿Es un nudo que no se desata? ¿Una herida en el aire? ¿Un silencio en las manos? ¿Un dolor en la tribu? ¿Una mirada que se vuelve hacia adentro? ¿La curiosidad inagotable? ¿El asombro nutriente? ¿El vuelo mismo de la materia? El paseante se detiene cada vez que pasa a su lado. Recorre su perímetro, como una liturgia. Se aproxima y se aleja de la figura. Si el paseante fuera pájaro sobrevolaría esta fantasía para cerciorarse de que no la sueña. De que la ligereza es honda. De que lo profundo nos alienta.
(Gracias a Jorge Guillén y a Chillida, que me remiten a la permanencia)
Es una imagen profundamente saturniana. Para mi muy bella. Gracias. Beso.
ResponderEliminarReconozco que esa escultura me obsesiona. A la mayoría de los que pasan a su lado no les dice nada, pero es su problema.
ResponderEliminarAl menos es una escultura fuera de lo común y del mediocre realismo imperante, a través del cual los escultores del régimen mediocre que gobierna ayuntamientos, provincias, regiones y próximamente su finca llamada Estado, se dejan hacer encargos, a cuenta del erario público, naturalmente.
se me antoja el laberinto de la vida, ¿qué crees tu que hubiese pasado de haber tomado otro rumbo?
ResponderEliminarallí lo ves, sinuoso, entrecortado, ciego, oscuro, largo, recto, claro...camino de nuestro peregrinar.
Saludos para vos
Hmmm, desde fuera también podría ser un laberinto. Esa pregunta nos la hemos hecho todos.
ResponderEliminarSaludos, Omar.
No cabe duda de que la escultura no es mediocre, sino que te mantiene observadndo sus formas y la hondura, nudos y profundida que de lejos o de cerca descubras en ella
ResponderEliminarTe felicito por esta entrada
Stella
El final me remite al interior, a ese algo que nos alienta.
ResponderEliminarLa escultura me gusta, transmite, la relaciono con la religión.
un abrazo.
Stella, es que el autor ya la concibió de esa manera. Estoy buscando otra foto, otro ángulo, para que lo captéis mejor. Paciencia conmigo, gracias.
ResponderEliminarAsí es, Mariola. Distingo entre estímulos externos y crecimiento íntimo. Para mí eso anda también en esta escultura de Chillida. Y te aseguro que no fue concebida bajo forma religiosa. O en todo caso lo está bajo una especie de religión animista que todos llevamos siempre algo dentro. Tal vez más bien esa religión se llama poesía (busca Jorge Guillén)
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