sábado, 12 de noviembre de 2011

La metamorfosis



Si algo tiene de revelador ir con una cámara fotográfica en ristre es la valoración del encuentro. Por supuesto, sin la cámara esa esencia que llevamos en nosotros llamada mirada bastaría también para responder al encuentro. Pero en mi experiencia, o tal vez me engañe y se trate solo de la capacidad receptiva que aportan los años frente a objetos, o situaciones especiales de los objetos que antes no había captado, la máquina que me acompaña me exige. Es un elemento complementario que no suple mis ojos pero que sí estimula mi manera de mirar. Y en ocasiones me hace mirar de otra manera. En esta fotografía la impresión es que hay un encuentro entre dos sombras, dos individuos o sus efigies. Al observar esas sombras con cuidado me di cuenta de que no se encontraban dos seres diferentes sino dos Yo aparentemente distintos.


Avanzar unos pasos y reducir a un solo personaje. En mi desplazamiento se ha originado un tercero. ¿Y si es el mismo de los dos de antes que se ha movido para posar desde una perspectiva más próxima? Pero sigue desdoblándose, superponiéndose. Han decidido emprender una templada conversación. Acaso solo se observan. Intento mantenerme en posición discreta y escuchar su conversación. Es un diálogo tan enmudecido que llego a creer que las palabras son nonatas. De pronto me doy cuenta de que se separan, de que una de las sombras se distancia de la otra. ¿No es apasionante atender ese mundo de reflejos, no menos inquietantes que el de los personajes de carne y hueso?



Ahora entiendo. Hay un sitial, un trono de príncipe cuya elevación le distingue de la bajeza del mundo y le coloca entre la aristocracia de la apariencia. Aquella sombra que se iba separando sigue arrastrándose en busca del espacio que le considere. No se trata solamente de ascender a un nivel superior, sino de que se opere una transustanciación. Anhela la altura, le atrae el solio donde el busto parece poblado de luz.




Es la luz, sin duda, lo que el hombre del subsuelo desea. Y con la luz busca confirmar un rostro. Quienes viven en las sombras permanentes siempre están intrigados por sus carencias. Nunca han podido percibir unas facciones, una forma más detallada de su testa, unos gestos, unas expresiones. En la caverna umbrosa nunca hay risas ni guiños ni lagrimas ni signos de admiración. Cualquier expresividad está ausente. No habiendo manifestación es como si no existe una revelación de los sentimientos, de los dolores, de las alegrías, del deseo. Las sombras inherentes a los hombres son el tormento en vida. Les niega comprobarse como hombres. Viven, pero se diluyen, ahuyentados por su condición.




El esfuerzo de la sombra por elevarse es premiado. ¿A cambio de qué? De su multipolaridad. ¿Quién de los personajes que concurren en el vértice es el emigrante de las tinieblas? Cuanto más se observa, más dudas tiene. Cuanto más mira en derredor, más confuso se siente. Se multiplica. Y al hacerlo se dispersa. Y en su dispersión le nace una angustia donde se pierde.




Pero en su pérdida siente el estremecimiento del alma humana. Se comprueba como otro. Permanece en él el recuerdo de cuando era mera sombra. Siempre habrá a su lado otro Yo que compita con él o se consuele con él o tome el relevo por él. ¿Es el otro Yo la sombra adecuada a la nueva metamorfosis? No sorprenderse por la dureza castigadora y mística que exhibe su rostro surgido de la oscuridad. Aún coexiste en la duda y la luz interior no ha florecido. No es más que la historia de un hombre.

6 comentarios:

  1. Si la cámara te exige es evidente que cumples con sus expectativas, pero ¿suele cumplir ella con las tuyas? Dices que es un elemento complementario, ¿consigue capturar siempre, o casi siempre, tus sensaciones? ¿Responde a lo que tú le exiges? Por ejemplo, ¿en este caso hubieras percibido igual el encuentro de las sombras sin ella? Aunque se nota la complicidad entre los dos, creo que en tus miradas el papel más importante lo juega la percepción (tuya), y más aún el modo de transmitírnosla.

    Todo esto para decirte que me ha parecido muy interesante tu percepción de hoy.
    Ah, y su complicidad.

    ResponderEliminar
  2. Quelle, la cámara cumple a veces sí, a veces no. Pero la cámara también soy yo, porque me exige conocerla y disponerla y no sé ni de una cosa ni de otra lo suficiente como para decir: qué buen fruto me ofrece (me ofrezco)

    Lo que sí vengo comprobando es que la intuición y la oportunidad está en la mirada. Y que tras las fotos, una vez las repasas en el ordenador es cuando ves detalles que no habías percibido en el momento de tirarlas. Es como si los tiempos fueran diferentes. Como si mi mirada fuera otra. Por eso me resulta sorprendente tanto buscar el lugar y el momento como recrearme en lo que haya salido. Hay mucho de azar en las fotos en mi caso.

    Todo resulta muy intuitivo. Me causa un pequeño placer y me conduce a distintos territorios de pensamiento.

    ResponderEliminar
  3. no sé quien será más importante, la cámara fotográfica o tu, tu o la cámara fotográfica, lo que sé que como un ser de tres ojos, hambriento de realidad (que fantasea con quienes recepcionan las imágenes) pone en evidencia que muchos vemos, pocos -como tú- observan la vida.
    saludos

    ResponderEliminar
  4. Caray, Omar, me haces pensar en lo de los ojos. Tal vez sea un Polifemo bárbaro y ávido que se quita de en medio a un Ulises presto a ser seducido pero no dejándose seducir jamás. No dejándose seducir por todo lo que hay en derredor, ¿cómo percibir la vida, si el significado de ésta se halla en cada visión que captamos? Dejémoslo en que solo me quedo en un maniático viajero que a veces se extasía ante el vuelo de una mosca (nada tonto por otra parte este ejercicio, oiga)

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Un verdadero placer perceptivo esta entrada. Siento no poder hacer un comentario más afinado o inteligente, pero me encuentro francamente cansada e inmersa en plena vorágine materialista y materializadora; algo tremendamente aburrido para mi a estas alturas y a su vez algo temporalmente presente a lo largo de mi existencia. Paciencia y un buen sueño reparador mas no eterno, todavía. Bs.

    ResponderEliminar
  6. Tranquila, Emejota. Que la vorágine no te coma. Y con este post lo que conseguirías es agotarte más. Buena noche.

    ResponderEliminar