El personaje en cuestión iba hablando por teléfono a la vez que andaba deprisa. Yo esperaba un semáforo en rojo, una parada improvisada. Entonces le habría pedido que me dejara fotografiar su tatuaje más de cerca. La imagen era diferente, muy urbana, mitad cómic mitad reivindicativo vecinal. Y el ojo heterotópico presidiendo la ciudad en su pierna como si fuera la gran mirada. Y los colores intensos, que me recordaban un cuadro de Grosz. Pero nada, el chico era demasiado nervioso, no se detenía. Decidí apretar el gatillo sobre la marcha. No dio más de sí el clic.
Ya te he contado el proceso, Enletras, te lo has merecido.
¿Con la ciudad a cuestas o con la ciudad casi rendida a sus pies? No, seguro que no tiene un significado tan frívolo para la persona que lleva el tatuaje, porque ahí está también el ojo vigilante que lo ve todo. La ciudad observada… Él observado en cada paso que da, por eso, quizás, en la pierna. Podría ser, ¿no? Por eso también, quizás, las prisas, intentando escapar. (Aunque, pensándolo bien… ¿y si se trata simplemente de un plano para no perderse en la ciudad? De este modo no se lo dejaría nunca en casa… A saber, algunos y algunas se tatúan cosas muy raras)
Tus miradas interesantes, como siempre, atentas a los grandes y pequeños detalles. Fijando nuestra atención en ellos a través de tu objetivo (y de tus palabras). Un saludo, Joachim.
Puede ser que sea con todo lo que dices, Quelle. Tutto é possibile. Desde que en tiempos recientes Orwell refundara y actualizara la antigua visión del control de los dioses sobre los humanos, el ojo no ha cesado de crecer por doquier. Se me ocurre que el joven, llevando sobre su piel ese ojo-que-domina-la-urbe exorciza una parte del control y vigilancia que el maldito ojo perseguidor puede ejercer sobre sí mismo.
Lo que parece muchas veces simple e intranscedente a una mirada, no lo son para otras. Ni siquiera el mero exhibicionismo es algo vacío, aunque lo parezca, según el tópico o la vulgaridad que revista. Cada uno gusta de llevar imágenes. Algunas son tan invisibles y discretas, ¿no lo crees, Quelle?
Gracias, no puedo evitar sorprenderme en cada paso sobre el asfalto.
Ey, gracias Joachim, te he bautizado cariñosamente (quizá hasta pueda ser tu padre, referido a la edad) 'ojo de niño' porque tienes esa curiosidad innata, abierta, inquisidora, luminosa de un niño que quiere aprenderse el mundo de un vistazo. Esa es la razón que muchas veces soy el primero en acudir a tu foto. Espero no molestar, mi querido amigo, porque esa no es la intención. Un abrazo fraterno
No me molesta en absoluto, Enletra. Me parece un gesto por tu parte llamarme así. Si no tenemos ojos de niño, ¿qué cabe esperar de la vida y de nosotros mismos?
Un click super oportuno, además de perpetuar como un tatuaje daguerriano un paso seguro de una ciudad.
ResponderEliminarUn abrazo
El personaje en cuestión iba hablando por teléfono a la vez que andaba deprisa. Yo esperaba un semáforo en rojo, una parada improvisada. Entonces le habría pedido que me dejara fotografiar su tatuaje más de cerca. La imagen era diferente, muy urbana, mitad cómic mitad reivindicativo vecinal. Y el ojo heterotópico presidiendo la ciudad en su pierna como si fuera la gran mirada. Y los colores intensos, que me recordaban un cuadro de Grosz. Pero nada, el chico era demasiado nervioso, no se detenía. Decidí apretar el gatillo sobre la marcha. No dio más de sí el clic.
ResponderEliminarYa te he contado el proceso, Enletras, te lo has merecido.
¿Con la ciudad a cuestas o con la ciudad casi rendida a sus pies?
ResponderEliminarNo, seguro que no tiene un significado tan frívolo para la persona que lleva el tatuaje, porque ahí está también el ojo vigilante que lo ve todo. La ciudad observada… Él observado en cada paso que da, por eso, quizás, en la pierna. Podría ser, ¿no? Por eso también, quizás, las prisas, intentando escapar. (Aunque, pensándolo bien… ¿y si se trata simplemente de un plano para no perderse en la ciudad? De este modo no se lo dejaría nunca en casa… A saber, algunos y algunas se tatúan cosas muy raras)
Tus miradas interesantes, como siempre, atentas a los grandes y pequeños detalles. Fijando nuestra atención en ellos a través de tu objetivo (y de tus palabras).
Un saludo, Joachim.
Puede ser que sea con todo lo que dices, Quelle. Tutto é possibile. Desde que en tiempos recientes Orwell refundara y actualizara la antigua visión del control de los dioses sobre los humanos, el ojo no ha cesado de crecer por doquier. Se me ocurre que el joven, llevando sobre su piel ese ojo-que-domina-la-urbe exorciza una parte del control y vigilancia que el maldito ojo perseguidor puede ejercer sobre sí mismo.
ResponderEliminarLo que parece muchas veces simple e intranscedente a una mirada, no lo son para otras. Ni siquiera el mero exhibicionismo es algo vacío, aunque lo parezca, según el tópico o la vulgaridad que revista. Cada uno gusta de llevar imágenes. Algunas son tan invisibles y discretas, ¿no lo crees, Quelle?
Gracias, no puedo evitar sorprenderme en cada paso sobre el asfalto.
Ey, gracias Joachim, te he bautizado cariñosamente (quizá hasta pueda ser tu padre, referido a la edad) 'ojo de niño' porque tienes esa curiosidad innata, abierta, inquisidora, luminosa de un niño que quiere aprenderse el mundo de un vistazo. Esa es la razón que muchas veces soy el primero en acudir a tu foto.
ResponderEliminarEspero no molestar, mi querido amigo, porque esa no es la intención.
Un abrazo fraterno
No me molesta en absoluto, Enletra. Me parece un gesto por tu parte llamarme así. Si no tenemos ojos de niño, ¿qué cabe esperar de la vida y de nosotros mismos?
ResponderEliminarUn abrazo.