miércoles, 1 de junio de 2011

¡Chis!






Qué ve el niño al borde de la presa. Tal vez el río más largo del mundo. O una catarata. O se mira en el reflejo. Juega con la ramita, tratando de agitar el agua que le desborda. Apenas un apéndice con el que puede ser timonel de una nave invisible. Con la que puede abrir las compuertas de un canal cuyas esclusas le hacen descender a niveles de abstracción imprevisibles. Tuvo la mala pata de que el inoportuno fotógrafo le chistara. Puede que viera en él a una autoridad que pretendía censurarle. Pero detrás de la cámara había otro niño antiguo que también quería volver a jugar. El niño no sabe aún que se olvidan muchas cosas en la vida. Pero que los juegos son recurrentes. Y que navegar entre ilusiones y ficciones es un propósito irrenunciable.




4 comentarios:

  1. Qué justeza en las palabras que no tratan de explicar, sino de reafirmar el cuasi axioma de que la niñez de todas las épocas tiene escenarios recurrentes.
    Excelente, un abrazo fraterno

    ResponderEliminar
  2. Maravilla!! La inventiva, la imaginación, la creación, los sueños....

    ResponderEliminar
  3. joachimmalikverlag2 de junio de 2011, 0:20

    Enletras. El avanzar de nuestras vidas es siempre paralelo con nuestra infancia.

    ResponderEliminar
  4. joaquinmakikverlag2 de junio de 2011, 0:22

    Túconmigo. Recreaciones, siempre recreaciones. Vivir la intensidad siempre.

    Gracias por pasarte.

    ResponderEliminar