Los paisajes agrarios están al otro lado. Son amplios. Se despliegan. El verdor de hoy es lo áureo de mañana. La fortaleza testimonial está a este lado. Los intersticios defensivos de antaño pretenden cerrar la ofensiva del paisaje. No pueden. El palomar es una avanzadilla que planta cara a los resistentes extinguidos. Sopla aire. La mirada es insólita. De vez en cuando conviene mirar el mundo con los párpados entreabiertos. Para que cuando los abramos no nos ciegue el deslumbramiento. Sorprendente geografía de las troneras de la muralla.
Yo tengo algo tan parecido a estas fotografías que me quedan pocas letras.
ResponderEliminarMe gustan porque a mí encontrar un hueco y disparar, la cámara, es lo que mejor se me da..
Hola, Blanca. ¿Tienes fotografías de este tipo en tu blog? Pues entonces, ya sabes lo que es el placer de la mirada. Porque más que disparar lo que nos estimula es el objeto que nos llama, el paisaje que nos catuiva, la situación que nos sorprende. ¿No crees?
ResponderEliminarEstoy encantada !.... Veo poesía en tus fotos! Su trabajo es hermoso!
ResponderEliminarGracias por su visita! Voy a seguir tu blog.
Me gusta tu espacio.
Un Abrazo!!!
Eh, Nell, gracias. ¿Sabes? Muchas veces me pregunto si la poesía está en la mirada o en el objeto (en este caso el paisaje ese)
ResponderEliminarSigue pasando cuando quieras. Y recuerdo que se pueden tomar las fotos libremente.
Joachim, gracias a tu paso por mi espacio descubro la sensibilidad de un gran fotógrafo. Además de tus fotografías, estoy disfrutando las imágenes de los fantásticos profesionales que enlazas. De hecho he elegido para mi última entrada una imagen de Emil Schild, pues se ajustaba al perfil que buscaba. Todo gracias a tí. Si me permites, en próximos textos, pondré alguna foto de las tuyas, por supuesto nombrando al autor.
ResponderEliminarGracias de nuevo.
Besos
Agradezco tu presencia aquí, Gabriela. Por supuesto que puedes disponer de cuantas fotografías te gusten o se ajusten a los temas que escribas. Yo soy un médium, ja, un intermediario. Alguien que disfruta de lo que ve y se limita a poner el ojo. Y a rendir culto a la belleza y lo insólito de los objetos.
ResponderEliminarLas imágenes, como las palabras, son el aire. Se mueven, se desplazan, nos permiten respirar. No tienen dueño.
Besos.
Pocas veces he tenido la suerte de poder observar campos así desde una atalaya o desde los desgastados muros de una fortaleza. Pero en esas ocasiones resulta sobrecogedor y sobre todo siempre me asalta la incógnita de cúal era el pensamiento de aquellos caballeros parapetados en el muro, a la espera quizá de alguna batalla más.
ResponderEliminarLas fotos son evocadoras, épicas en la imaginación y como he leído por aquí, pura poesía.
Una delicia
Pigmalión. Hay dos espacios donde la mano del hombre y el paisaje se juntan. Los miradores de ríos desde lo alto de una población y los castillos sobre los campos anchos. La simbiosis es tan armoniosa que eleva al observador. Estoy seguro de que el paisaje contemplado tiene que ser el verdadero reino de los cielos.
ResponderEliminarGracias por tu sensibilidad. En ese camino los humanos nos encontramos.