Los cementerios de objetos desusados me duelen. Hay algo del eco de la misma finitud humana en ellos. Tal vez porque esos inventos fueron moldeados para uso y servicio de los hombres. Porque fueron reconvertidos desde una materia prima anterior. Porque contuvieron la capacidad de diseño preciso para lo que se pretendía. Por el uso y desgaste al que la acción humana los ha ido sometiendo. He viajado mucho en trenes, incluso en trenes con vagones de madera y asientos de madera que se deslizaban sobre vías con traviesas de madera. Pero la actualización de las líneas ferroviarias que han sobrevivido a los cambios ha desechado abundante material. Incluso largos recorridos sin desmontar serpentean llanos y elevaciones de nuestro país. Material obsoleto dicen. Ennegrecido por la carbonilla de las viejas locomotoras de vapor, por la grasa, la contaminación. Piladas como ésta abundan en las salidas de nuestras ciudades. A la vista. Como testigos que algunos verán con desdén y otros con afecto. Éste es mi caso.
Pues sí, la imagen que muestras ha sido vista de manera reiterada, en los márgenes de las vías, en las proximidades de nuestras estaciones. Muchas de ellas cerradas desde hace tiempo. Tan obsoletas como estas traviesas. Siento particular simpatía por las piezas obsoletas, por los objetos desechados e inútiles. Por lo que se oxida orgullosamente, expulsadas por la maquinaria omnipotente y su avance tecnológico inclemente.
ResponderEliminarUn saludo.
Me gustan tus fotos.
Renovarse o morir...yo prefiero verlo así.
ResponderEliminarSalamandrágora. Naturalmente, los objetos sin uso pero pequeños podemos guardarlos de recuerdo. Las traviesas, un poco más difícil, no son restos de lápices. Aunque hayan escrito también...rutas. Pero tengo también ese respeto nostálgico por lo que nos aportaron.
ResponderEliminarGracias por comentar y el estímulo.
Francesca, un ángulo no anula el otro. Obviamente, los cambios conllevan sacrificios. Y lo nuevo será necesario, supongo, pero a veces su encanto no se percibe de la misma manera. Todo es muy contradictorio; los viejos recorridos en tren tenían su punto (y sus problemas, retrasos, averías, etc., que conozco abundantemente) pero lo del AVE fascina demasiado al alma humana también, aunque no da tiempo a leer un libro a veces.
ResponderEliminarCordial. Vuelve cuando gustes.
ke pena y terror me da la palabra DESUSADO.
ResponderEliminarUn abrazo de la Señorita :)
Oh, Señorita. Pena más terror es excesivo. Pero ya sabe usted que la percepción es siempre tan subjetiva...¿Por qué te dará pena+terror? ¿Tal vez porque los humanos somos muy ingratos con los objetos de los que nos hemos servido?
ResponderEliminarUn abrazo.
Have a SUPER week!
ResponderEliminarVerlas ahí apiladas es como ver una parte de la Historia abandonada, esperando a ser recordada por alguien...
ResponderEliminarUn saludo!
amontonados y en silencio absoluto
ResponderEliminarlos durmientes se guardan secretos
de adioses, de encuentros, de luto,
de amor, los guardan celosos, quietos
..
saludos poeta del click
Harrygoaz: thanks!
ResponderEliminarCoral. Mudos testigos. Como apestados, extramuros de las ciudades. Bienvenida.
ResponderEliminarPues sí, aunque estuvieran en esa parte no habitada de las vidas, aunque solo sintieran sobre ellas el vértigo, la velocidad, el tránsito fugaz. Gracias, Omar.
ResponderEliminarCerca de donde pasé mi infancia se cruzaban las vías de tren. Podía pasarme horas, sentado sobre un montículo viendo pasar vagones (los de madera tambén los conocí). Pero el mayor placer era recorrer esas vías, saltando de traviesa en traviesa, imaginando viajes imposibles.
ResponderEliminarVerlas amontonadas hace pensar en sueños rotos.
Enric...¿y qué medices del sonido que producía el tren sobre las traviesas? El ruido misterioso de su alejamiento, que se iba apagando...
ResponderEliminarA ver, ¿quién ha saltado más de traviesas en traviesas? ¿Tú o yo?Jaj.
Tienes razón: el sueño roto del pasado, con sus luces y sombras. En muchos casos, bien roto esté. No se puede rescatar lo bueno del pasado, salvo en la memoria selectiva de cada individuo. Supongo.
Cierto, el sonido, la vibración, el traqueteo sincopado de cada vagón...
ResponderEliminar¡Bendita memoria!
¿Sabes además una cosa, Enric? Esa bendita memoria actúa como película que acompaña melancolía.Hay determinados paisajes que podría describirlos incluso con trazos de dibujo, concretar la ubicación de estos o aquellos elementos, en fin, stop.
ResponderEliminarVer "El espíritu de la colmena"o "El Sur" es para mí una cierta especie de tortura emocional, intensa, vivaz, desgarradora. Disculpa el desvío.
¡No, qué va; de desvío nada! Tienes toda la razón. Películas como las que mencionas transmiten emociones que sólo quien las ha vivido las percibe. Y no siempre son evidentes.
ResponderEliminarEn mi caso, para que te hagas una idea, la imagen que describe el verano és el sol entrando por las rendijas de una persiana bajada, con las partículas de polvo moviéndose en los haces de luz.
Enric. No es por quitarte ni disputarte significados, sino por compartirlos. También esa imagen anda rondando por ahí en mi coco. Creo que coincidiríamos en mcuhas imágenes de cierto tiempo.
ResponderEliminarAy ené. O tempora, etc.