En el principio fue la mudez. Saqué la foto en su día y la olvidé. Tanta modestia chocaba con otras edificaciones de más envergadura, aires modernistas en algunas calles, arquitectura tradicional en las más. Con frecuencia lo modesto es eclipsado por lo grande o por la moda, debido a lo cual tendemos a ignorarlo. Pero hay algo en cualquier representación o conducta humilde que se asienta en nuestro subconsciente. No recuerdo ahora si el edificio entero estaba desalojado. El comercio, sí, cerrado a cal y canto. ¿Tan insignificante había sido que no se merecía un rótulo de una tipografía más a la moda? El escaparate aparece opacado por los carteles y la puerta trancada firmemente. ¿Qué tipo de libros venderían? ¿De primera mano o de lance? Fantaseo y me imagino al dueño de la librería -¿por qué no un viejo represaliado político que tenía que buscarse la vida tras pasar unos años en chirona?- subido a un taburete. Le veo escribiendo sin escuadra ni cartabón. A pulso. Y comprobar que no hay una letra que sea idéntica a otra me abduce. Observen, observen. ¿No es fascinante? Me hace imaginar tanto. Abriendo el comercio, colocándose una bata gris, sacudiendo el plumero, tratando de que las cagadas de moscas no se fijen a los libros, cambiándolos de posición en el escaparate para que el sol no los oscurezca. ¿Qué vendería? ¿Clásicos, Siglo de Oro, Romanticismo, catecismos...? Entre col y col, ¿se deslizaría un grande moderno? ¿Abierta o encubiertamente? No aparto la vista de las letras de Librería La Nueva. Creo que en ellas está la clave.
A picture close to poetry.
ResponderEliminardaily athens photo
Bueno... en sus tiempos lo fue, seguro.
ResponderEliminarThank you, Robert. Often the daily life of the buildings, including the oldest, give us a language of poetry and melancholy.
ResponderEliminarGreetings.
Debió ser en tiempos muy lejanos. Hay edificios, Quelle, que condenados a la suerte del tiempo mantienen un recuerdo melancólico y se convierten en testigos mudos. ¿Mudos? Creo que habla lo suficiente. Resulta hasta entrañable la imagen.
ResponderEliminarBuen paseo por este territorio.
Es una unión entre el presente y el pasado, unos nudos mudos, lazos que hablan en tan bella estampa.
ResponderEliminarUn abrazo!
Montse. No sé qué tiene que me fascina esa fachada. Tal vez sea lo que señalas, o esa vetustez fuera del tiempo, o el rótulo pintado tan humildemente que cuestiona todas las tipografías del lujo o las que se nos ofrecen en internet. No hago más que preguntarme qué venderían...me pongo a meditar sobre ello (o a fantasear)
ResponderEliminarUn abrazo de miércoles.
Me lo he pensado mejor, al calor de los comentarios que hacéis y acompaño un texto. Se me antoja.
ResponderEliminarFascinante el poder de la imaginación!
ResponderEliminarMi sensación: Transporta a otra época pasada pero adelantada a su tiempo.
un abrazo.
Mariola, transporta, sí, pero ¿por qué crees que adelantada a su tiempo?
ResponderEliminarGracias.
Ya ves seguro que vendería libros de esos que ponían cosas como "Novísima edición corregida y aumentada"
ResponderEliminarMe haces sonreir, Sonja. Pero quién sabe, acaso. Cada vez tengo más curiosidad. Y si no la satisfago tendré que inventármela.
ResponderEliminarGracias.
Transporta a otra época pasada pero adelantada a su tiempo-
ResponderEliminarVeo que conviven el pasado y el futuro, el pasado en esta librería antigua, pero el presente en el rótulo que invita a un modernidad en sus libros. El rótulo tiene la respuesta, creo.
un abrazo.
Mariola, y a mí que se me antoja sumamente surrealista. No sé. No logro interpretar la mano libérrima que dibujó esa caligrafía a su manera.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hasta los carteles pegados en la pared contrastan con la librería... ¡magnífica fotografia!
ResponderEliminarGracias, Galderich. Sorpresas que nos dan las calles (si miramos)
ResponderEliminarSaludos.