viernes, 6 de enero de 2012
El lector
No sé en qué momento se hace la luz para el lector. Ni si son los cielos los que se abren o el cerebro el que estalla imaginativamente. Lo que sí tiene lugar es una enajenación. El lector se traslada a otros paisajes donde trata de hallar su encaje. Esta enajenación no es de temer. El lector se deja tomar sin perder el control. O aunque lo perdiera no teme porque sabe que aun siendo otro personaje no deja de ser también él mismo. Frente al lector existe el no-lector. Este otro prototipo corre más riesgos. Él no vuela para retornar a su ser, sino que más bien se deja abducir, y es tomado también y acaba perdiéndose en la influencia de lo que otros disponen para él y para que les sirva. Es objeto de alienación y solo le cabe ir pasando de mano en mano. El no-lector es otro y nunca sabrá dónde se encuentra su identidad. Puestos a dejarnos poseer por los sueños, apuesto por aquellos sueños que fluyen en mi cerebro y no en las mentes posesivas y despóticas de quienes intentan que les ceda mi primogenitura.
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Fantástica imagen.
ResponderEliminarY sin embargo ¿quién es realmente el lector? ¿no deja de ser en cierta forma un compendio de todos aquellos a quienes ha leído? ¿sería el mismo de no haberlo hecho?
En cualquier caso supongo que tiene la decisión final y no necesariamente consciente de cómo organizar y dar sentido a todo aquello que lee.
Sonja. Acaso el lector es sobre todo el lector de uno mismo. El vínculo entre lo que leemos -y como lo percibimos- y lo que hemos vivido es el acicate de nuevas y viejas lecturas. Y es la conformación de nostros mismos. No sería, no es, el lector el mismo de no haber leído, indudablemente. Pero el valor de lo leído viene determinado también por nuestra experiencia, por el tránsito de lo que comprobamos, e incluso de lo que deseamos pero no llegamos nunca a rozar.
ResponderEliminarBuen día desde la niebla que sigue cayendo. Probablemente hoy no veré la estatua de la foto.
Preciosa la imagen y una reflexión interesante la que planteas.
ResponderEliminarTambién creo que hay tipos de lectores, lo mismo que formas distintas de interpretar lo que se lee o lo que se quiere leer entre líneas.
La lectura nos enriquece o nos manipula y todo depende de nosotros mismos.
Un abrazo Joachim!
Veo que tú también tienes tus sugerencias e impresiones, MOntse. Eso es lo bueno de los comentarios en blogs, que enriquecen puntos de vista. Claro que la lectura nos enriquece o conforma nuestras mentes, pero dependemos tanto de ella...y siempre tendremos más posibilidades de catalizar en nuestro beneficio -no solo lo leído sino la realidad vivida- si somos asiduos del libro.
ResponderEliminarBuen día y un abrazo.
Somos nuestras lecturas, decía el filósofo Gadamer. Claro, que no sólo se refería a textos, sino a imágenes, a los mundos que nos hemos atrevido viajar o interpretar.
ResponderEliminarComparto tu política sobre el libre curso de las imágenes creadas por tí, anque alguien pueda tildarlo de suicida.
En mi caso, debo confesar que es casi por pereza, el que no protega legalmente ningina de mis fotos o oimágenes. Un saludo.Y gracias por sumarte a los seguidores de mi blog.
Sí, creo que por ahí van los tiros. Somos lo que interpretamos, porque ello nos conduce a nuevos descubrimientos, pruebas y, por lo tanto, interpretaciones. Somos un estar leyendo-nos. No son direcciones lineales, sino que las direcciones las vamos a su vez creando sobre la marcha. Creo que nuestros pies no andan siempre por el mismo camino, sino que lo hacen sobre nuevos, o simplemente sobre los que generamos.
ResponderEliminarSobre mi sistema, digamos, de que las imágenes fluyan...qué más da. Mi mirada (o la tuya o la del otro) podría haber existido en ese momento o no. Los objetos se nos brindan a todos. Ese neo-objeto que puede ser nuestra mirada o la plasmación cercana que es una foto, reviste para mí la calidad de homenaje a la belleza del mundo.
Un abrazo.