domingo, 29 de enero de 2012
Opacidad
jueves, 26 de enero de 2012
domingo, 22 de enero de 2012
La manivela
Y si esto fuera el túnel del tiempo. Y si los dos planos se mantuvieran en el mismo instante. Y si nadie advirtiera la trampa, porque acaso ésta es precisamente haber crecido. Y si la película siguiera siendo la de los ratones que viven en familia y van a asaltar un almacén de quesos. Para más sorpresa mi memoria no preserva lectura moral alguna de aquella peliculita. Y sí el lado biológico, la supervivencia. Y la parte física: la bombilla del proyector al rojo vivo, el rollo que se iba tostando si no apagabas, la lentitud de la manivela que ralentizaba la carrera de los ratones, o el giro agitado que los precipitaba a un abismo del que quedaban colgados...Y el ángel de la guarda con mandil allí a tu lado, evitando el destrozo, calmando tu ansiedad, volviendo a poner en marcha el proyector. Túnel del tiempo. Giro de la manivela.
miércoles, 18 de enero de 2012
La nueva
En el principio fue la mudez. Saqué la foto en su día y la olvidé. Tanta modestia chocaba con otras edificaciones de más envergadura, aires modernistas en algunas calles, arquitectura tradicional en las más. Con frecuencia lo modesto es eclipsado por lo grande o por la moda, debido a lo cual tendemos a ignorarlo. Pero hay algo en cualquier representación o conducta humilde que se asienta en nuestro subconsciente. No recuerdo ahora si el edificio entero estaba desalojado. El comercio, sí, cerrado a cal y canto. ¿Tan insignificante había sido que no se merecía un rótulo de una tipografía más a la moda? El escaparate aparece opacado por los carteles y la puerta trancada firmemente. ¿Qué tipo de libros venderían? ¿De primera mano o de lance? Fantaseo y me imagino al dueño de la librería -¿por qué no un viejo represaliado político que tenía que buscarse la vida tras pasar unos años en chirona?- subido a un taburete. Le veo escribiendo sin escuadra ni cartabón. A pulso. Y comprobar que no hay una letra que sea idéntica a otra me abduce. Observen, observen. ¿No es fascinante? Me hace imaginar tanto. Abriendo el comercio, colocándose una bata gris, sacudiendo el plumero, tratando de que las cagadas de moscas no se fijen a los libros, cambiándolos de posición en el escaparate para que el sol no los oscurezca. ¿Qué vendería? ¿Clásicos, Siglo de Oro, Romanticismo, catecismos...? Entre col y col, ¿se deslizaría un grande moderno? ¿Abierta o encubiertamente? No aparto la vista de las letras de Librería La Nueva. Creo que en ellas está la clave.
lunes, 16 de enero de 2012
Purgantes
martes, 10 de enero de 2012
Las urnas
¿Qué reposa en las urnas? ¿Las cenizas de los guerreros o las de la sabiduría? Ambos han debido correr una extraña suerte. El campo del honor resultó ser un vulgar erial de sangre. Y el campo de la sabiduría un lugar siempre traicionado. Acompañan el ascenso, delimitando el giro de la barandilla. Un destino poco noble para las esencias que pregonaban. Será por esa razón por la que nadie osa destapar las urnas. Acaso no preserven sino castigo. Y estos no son tiempos para padecer más.
viernes, 6 de enero de 2012
El lector

No sé en qué momento se hace la luz para el lector. Ni si son los cielos los que se abren o el cerebro el que estalla imaginativamente. Lo que sí tiene lugar es una enajenación. El lector se traslada a otros paisajes donde trata de hallar su encaje. Esta enajenación no es de temer. El lector se deja tomar sin perder el control. O aunque lo perdiera no teme porque sabe que aun siendo otro personaje no deja de ser también él mismo. Frente al lector existe el no-lector. Este otro prototipo corre más riesgos. Él no vuela para retornar a su ser, sino que más bien se deja abducir, y es tomado también y acaba perdiéndose en la influencia de lo que otros disponen para él y para que les sirva. Es objeto de alienación y solo le cabe ir pasando de mano en mano. El no-lector es otro y nunca sabrá dónde se encuentra su identidad. Puestos a dejarnos poseer por los sueños, apuesto por aquellos sueños que fluyen en mi cerebro y no en las mentes posesivas y despóticas de quienes intentan que les ceda mi primogenitura.