domingo, 30 de octubre de 2011

Los hombres articulados



Poco a poco se van imponiendo los hombres híbridos. Frente a los hombres de carne y hueso, los articulados van emergiendo desde el mundo del adorno. Tal vez guiados por el modelo exterior, los hombres articulados han crecido, vestido, adoptado pautas y costumbres humanas. Paulatinamente van desafiando a los pobladores tradicionales de las ciudades y convirtiéndolos en sombras. No son robots, no son extraplanetarios, son hijos de la vieja artesanía que se revuelven contra el abandono y el olvido. Sus rostros sin facciones no son casualidad ni accidente. Son rostros donde se pega el de cada transeúnte. A este lado, los hombres tradicionales hacen dejación de su identidad y se la conceden a los seres articulados. En cualquier momento puede saltar hecho añicos el límite vidrioso que los separa. Y comprobar cómo ocupan en masa los espacios que durante siglos hicieron propiedad exclusiva los humanos. Deberíamos acostumbrarnos a ver cómo pasean por la calle esos individuos con cara de póker. Yo ya he visto unos cuantos.




6 comentarios:

  1. Esos maniquíes... no sé que le ven, no saben a nada! Espero que se extingan ellos antes que los humanos, si no... me veo comiendo material sintético de fábrica de poca monta.


    Me ha encantado, así que una nueva follower.

    Un abrazo.

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  2. ¿Y si desartículáramos esos transeuntes? ¿Y les quitáramos todos sus artículos? Seguro que se quedarían en nada. Beso.

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  3. Cuando la importancia radica en la "cosa" y no en quien compra o usa, tal objeto.
    ¿adónde llegaremos?
    saludos

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  4. Canvas. ¿No te parece que cierto tipo de muñecos articulados, con sonrisa mcdonald, estilo pijo y aires de superioridad andan circulando ya hace tiempo por nuestras calles? Y no obstante...son tan inconsistentes...

    Gracias por visitar el blog.

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  5. Emejota, inténtalo a ver si se dejan. Fíjate que están ahí para contagiar...Y a muñeco desvestido, muñeco puesto. Jope con los tiempos de crisis...

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  6. Omar. Ya llegamos hace tiempo: a cosificarnos. Como trabajadores (mercancía) y como consumidores (mercancía) Y luego dicen que el alemán de luengas barbas erró...

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