...Se ha dicho de nosotros, los jugadores de tlachtli, que si ganábamos seríamos sacrificados a los dioses. También se ha dicho que éramos unos servidores de los sacerdotes y unos privilegiados cuya única función consistía en recrear las contradicciones del universo. Pero la gente del lugar venía hasta esta cancha especialmente protegida por la serpiente divina a disfrutar de nuestras habilidades. Mientras duraba el ejercicio todo el mundo se volcaba en el esfuerzo, la agilidad y el acierto que desempeñábamos. El mito ha querido convertir el lugar en una cosmogonía donde todo cabía. Pero bajo nuestra actitud enardecida agotábamos nuestra fuerza y se desconcentraban nuestros recursos. Victoria y derrota sacaba de quicio a los espectadores. Veían en esa pugna la sucesión de enfrentamientos que la naturaleza de la Tierra y la constitución de los hombres presencia todos los días. Conjuraban con nuestro juego cada elemento variable que les daba y les quitaba en su vida cotidiana. Nosotros éramos los contrarios durante un tiempo, mientras ellos aplazaban la lucha interior entre sus aspiraciones y sus límites...
(Fragmento de Crónica de un jugador de tlachtli)
El pok-ta-pok maya, violento, ya que a los perdedores los decapitaban!!
ResponderEliminarTen cuidado con lo que haces jeje.
En Méjico se juega pero ya no se decapita a nadie -por suerte-
La pelota parece auténtica de ese juego tlachtli ¿has ido a Méjico?
Un abrazo
Enletras. Tal vez el juego de pelota de España (se llama pelota vasca, pero se juega en Castilla también) proceda de ese juego de las culturas mesoamericanas.
ResponderEliminarJamás fui a Méjico, pero nunca es tarde. Y no, no tengo espíritu de sacrificio a los dioses. No merece la pena.
Buena noche aquí.