La coquetería de las farolas no suele ser muy citada, pero no por eso es menos existente. Habitualmente se las contempla en su esbelta demarcación física, pero escasamente en su proyección o reflejo. Ciertamente que en este caso debe haber un pacto secreto con el sol, que provoca que se visualice a sí misma. Y con el reflejo gana, sin duda. El espacio se expande, los detalles barrocos feos se diluyen y las formas se exaltan. ¿No pasa algo parecido con los humanos? ¿No buscamos nuestra parte de truco para que nos admiren más? ¿Cuántos giros, movimientos, poses, escorzos o estiramientos no efectuamos para que el escaparate nos devuelva el aliento que hemos perdido por la noche, por ejemplo? Francamente, si tuviera que elegir, antes que con la imagen carnal yo me quedaba con su sombra. Me hace soñar más (de la luz hablemos otro día)
Legal!!
ResponderEliminarVocê transforma tudo em arte.
Beijos!!
Oh, Janice, eu acho que você está exagerando um pouco. Tem tudo a ver com olhar para o mais insignificante e pequeno porte. A beleza que nos rodeia, com suas muitas expressões.
ResponderEliminarObrigado, um abraço.
Hermoso texto, las imagenes de las palabras hablan y se abrazan como el sol al poste. Gracias por compartir su escrito. Saludos.
ResponderEliminarOh, gracias, Noris. A veces uno se entusiasma con las imágenes más cotidianas y sencillas con las que se encuentra de pronto por la calle.
ResponderEliminarSaludos.