Que en su descomposición las muñecas no pierdan la sonrisa parece un gesto de bondad. Tras su caída tratan de preservar los recuerdos gratos. Es como si dijeran: ¿te acuerdas cuando me mecías? ¿Y cuando me ponías los vestidos? ¿Y cuando me peinabas? ¿Y cuando me llevabas de la mano y me hacías pasear, pasito a pasito? El niño o la niña que hay siempre al otro lado de una muñeca seguramente ya está siendo pasto de su propio desdén. El destino de los juguetes rotos es trágico. ¿Trágico? ¿Para quién? Siempre hay niños que los acogen, los miman, los protegen del abandono. La mirada inerte de una muñeca es un signo de complicidad con una memoria que se resiste a desaparecer. ¿No veis cuán extensa es su sombra?
La longitud y extensión de la sombra siempre dependerá del ángulo en que incida la luz sobre la muñeca, ¿verdad? Pero su sombra siempre será oscura. Además, si no hubiere candela no existiría dicha sombra y el objeto, muñeca en este caso, dejaría de existir para el ojo humano ni siquiera podría haber sido fabricado. Bss.
ResponderEliminarUn silogismo que iba bien hasta lo de no poder ser fabricada. Según eso, tú no habrías tenido muñecas nunca, jaj. Un abrazo.
Eliminarpucha, hincaste tus palabras en la sensibilidad!!
ResponderEliminaral entrar vi una muñeca rota, hasta sin su vestido y despeinada
al salir me llevo la sensación de que para alguien todavía es importante
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gracias che, un abrazo
Ay de los juguetes rotos...Por cierto, esa expresión de "muñeca rota" que se ha usado tanto en el periodismo y la litertura ¡qué deolorosa es!
EliminarGracias a ti, Omar.