sábado, 8 de diciembre de 2012

Chihuahua



Patética balconada. Desamparada de todos. Abandonada a su suerte. Despojada de brazos, vaciada de risas, hurtada de acontecimientos, burlada de fechas. La belleza de los cuerpos que se habían apoyado en ella fue abducida por una improvisada luz boreal. No quedaron testigos que avalaran si se hizo presente de nuevo un carro de fuego o si la espada del ángel decidió que nadie se salvara. ¿Hubo gritos? ¿Corrieron los habitantes de la casa? ¿Atendieron la señal cuando era demasiado tarde? ¿Se protegieron unos a otros? ¿Resistieron a los vencedores? Las crónicas no cuentan. Nadie quedó para hacer el relato. Los ocupantes son desde entonces la incuria y el viento. 



6 comentarios:

  1. Tenho caminhado por seu blog e sempre me surpreendo.
    Palmas!!
    Beijos!

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  2. Janice. A surpresa é uma parte fundamental da vida. Faz a existência sempre mais rica e mais significativa.

    Obrigado, beijos.

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  3. los abandonos son terroríficos, pero ocurre hasta con los niños,
    me gustaría desarmar la foto y quedarme con las nueve columnitas
    saludos

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  4. Prueba a desarmar la foto, pero ¿qué pintarían las columnitas por separado? ¿No se sentirían huérfanas? ¿No sería ya el desarme de toda la familia, jaaa?

    Un abrazo, Omar.

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  5. Estas grietas me preocupan, será deformación profesional, pero amenaza ruina. La balconada es patética y los balaustres como estoicos atlantes hacen lo que pueden pero el tiempo pasa y los achaques de la piedra no perdonan, queda desamparada, abandonada a su suerte.
    salud
    Francesc Cornado

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  6. Incuria, hermano, incuria. Del tiempo y de los hombres. O acaso de la pérdida de significado. En balaustradas como en cuerpos y almas, la decrepitud acecha. Salud.

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